“Las palabras se las lleva el viento” es una frase que está en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad. Sin embargo yo creo que las palabras son una herramienta sumamente poderosa y que por el contrario, el viento no las puede hacer olvidar ni “llevar”. Parte de su poder, según mi opinión, radica en que, saberlas usar nos abre puertas, interpretarlas nos permite adentrarnos en diferentes mundos, distintos al que conocemos o al que tenemos acceso según sea nuestra realidad. Por otro lado las palabras nombran a todo lo que existe, tanto en el mundo de lo real como en el de nuestra imaginación. Por eso también es que les adjudico la clasificación de poderosas, porque no son ingenuas. Dicen mucho más de lo que leemos y escuchamos, nos conforman la manera de pensarnos como sociedad, entre otros aspectos.

Es en este contexto que me resulta fundamental el debate que comenzó sobre el lenguaje inclusivo. Debate que se empezó a desarrollar hace relativamente poco, si se tiene en cuenta lo que se está discutiendo, nada más ni nada menos que repensar la manera en que nombramos muchas cosas y las características que nos vinieron dadas como “correctas” de algunos términos. Me parece, como primera instancia sumamente rico que tengamos un tiempo para repensar nuestro lenguaje, qué nos pasa, a todas las personas sin importar su género, con la utilización de artículos, adjetivos y sustantivos en masculino para referirnos a un grupo de individuos formado tanto por mujeres como hombres, niños y niñas, varones y chicas. Como así también qué nos pasa cuando nos referimos al “hombre” para hablar de toda la sociedad. Sumado a lo que sentimos, me resulta fundamental reflexionar sobre el por qué nos lo enseñaron así y por qué genera posiciones tan radicales la implementación o no del lenguaje inclusivo.

Yo creo que pensar esta oportunidad que tenemos todxs de utilizar palabras que incluyan y no dejen a nadie afuera, no la podemos resumir a tan solo si nos parece bien que ciertas palabras terminen con “e” en vez de con “o”, o de usar una x para no referirise a un género en particular. Va mucho más allá. Es una chance que se nos da para de darnos cuenta del alcance que, queramos o no, tienen las palabras que decidimos utilizar. Sobre todo en la población docente. Ya que nuestro día a día es con chicos y con chicas. Pensemos un segundo la repercusión que tiene el hecho de nombrar a todos siempre con o, de empezar cualquier enunciado u oración dicha o escrita con un “chicos” adelante, de redactar una nota en el cuaderno con el encabezado queridos padres, o cualquier otro ejemplo de la rutina escolar. Creo muy importante replantearnos por qué antes lo hacíamos sin pensar y hoy nos lo cuestionamos, por qué antes era “normal” y hoy incomoda.

No tengo respuestas a todos los interrogantes, ni pretendo encontrarlas rápida 06 Repensemos el cómo. También el por qué. Agustina Coccoz D.N.I.: 34.497.023 Nivel Primario mente, pero sí, me propongo a partir del no sentirme representada en el término “muchachos” que tanto utilizaron mis docentes para referirse a toda la clase, a poder cambiar esta manera de expresarnos y utilizar palabras que incluyan, como personas, gente, sociedad, individuos, seres humanos, entre otras. Utilizar chicos y chicas, a todos y todas, no cuesta nada, no nos hace “perder el tiempo” como escuché hace poco en sala de docentes. Y sobre todo, creo que hace que cada situación que se pueda dar dentro de una escuela, o si se quiere, de una sociedad, sea un poco más democrática. Si de estar a favor o no se trata, estoy completamente a favor de utilizar el lenguaje de manera inclusiva, para dejar de excluirnos entre nosotrxs mismxs y empezar a pensar prácticas en las cuales todas las personas nos sintamos parte. Porque creo que ahí tenemos una gran puerta a un pequeño cambio, entender que somos parte de una sociedad en donde existieron y siempre existirán otrxs diferentes a mí, y es con ellxs con quien hay que construir una sociedad más justa para todas y todos. 07 mente, pero sí, me propongo a partir del no sentirme representada en el término “muchachos” que tanto utilizaron mis docentes para referirse a toda la clase, a poder cambiar esta manera de expresarnos y utilizar palabras que incluyan, como personas, gente, sociedad, individuos, seres humanos, entre otras. Utilizar chicos y chicas, a todos y todas, no cuesta nada, no nos hace “perder el tiempo” como escuché hace poco en sala de docentes. Y sobre todo, creo que hace que cada situación que se pueda dar dentro de una escuela, o si se quiere, de una sociedad, sea un poco más democrática. Si de estar a favor o no se trata, estoy completamente a favor de utilizar el lenguaje de manera inclusiva, para dejar de excluirnos entre nosotrxs mismxs y empezar a pensar prácticas en las cuales todas las personas nos sintamos parte. Porque creo que ahí tenemos una gran puerta a un pequeño cambio, entender que somos parte de una sociedad en donde existieron y siempre existirán otrxs diferentes a mí, y es con ellxs con quien hay que construir una sociedad más justa para todas y todos.

Agustina Coccoz

D.N.I.: 34.497.023

Nivel Primario