Claudia Verónica Anconatani

DNI 20204342

Docente de inglés Nivel Primario

A mediados del SXVIII se consideraba que los hombres y las mujeres habían sido creados por Dios para cumplir roles diferenciados. La educación no quedaba exenta de esta creencia. En 1813 se instaló la idea de que todos los ciudadanos debían recibir educación. Existía la creencia de que la mujer no debía estudiar porque la alejaba de su rol de madre y esposa. Por este motivo, la educación de las niñas se relacionaba con el rezo, el aprendizaje de tareas domésticas y materias relacionadas con los niños. La posibilidad de la mujer al acceso de una educación básica fue reducida, esta opción sólo quedaba reservada a las mujeres de clase alta que recibían una introducción a la música, dibujo u otras materias destinadas al quehacer doméstico. A fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX surge la necesidad de educar a las niñas, especialmente a las pertenecientes a la clase baja, ya que debían contar con algún conocimiento para poder trabajar. Poco a poco, la mujer comenzó a insertarse en el sistema educativo. Las niñas asistieron a las escuelas, se formaron como maestras y cursaron estudios superiores. La docencia constituyó un importante rubro de inserción laboral. Así, la mujer fue adquiriendo una función preponderante dentro del ámbito educativo. Si bien sigue siendo una profesión mayoritariamente femenina en todos los niveles de enseñanza, la participación masculina aumenta en los niveles más altos del sistema educativo. Según el «Informe Mundial sobre la Educación- UNESCO 1991» la tasa de escolarización mostró que el acceso al nivel primario era masivo. Asimismo, la situación de la mujer no ofrecía signos de discriminación como en la década pasada. El 8 de marzo de 1991 se crea el Consejo Coordinador de Políticas Públicas para la Mujer (hoy es el Consejo Nacional de la Mujer). Su función principal es generar una experiencia educativa que motive el aprendizaje de relaciones de equidad y solidaridad entre géneros, participación activa de ambos sexos en la vida ciudadana, y la integración de la mujer en los niveles de decisión. Actualmente la escuela tiene el desafío de trabajar la temática de igualdad de género, revisando sus propias prácticas para no seguir reproduciendo situacio- 9 nes discriminatorias e incluir desde un lugar más equitativo a los niños y niñas. La Escuela tiene que promover una enseñanza basada no sólo en contenidos significativos sino también en la confianza, brindando oportunidades para que cada niño o niña pueda comprender su propio crecimiento, sus conflictos y sus necesidades. Desde nuestro lugar de docentes debemos crear condiciones para potenciar aprendizajes que valoran y enriquecen la diversidad. Trabajar con temáticas como el desarrollo de la personalidad, el respeto por los derechos humanos y sus libertades, preparando a los alumnos para que asuman una vida responsable y libre. Gestionar una escuela inclusiva, tratando de generar redes que posibiliten progresar con otros a través de un trabajo colaborativo y participativo garantizando el derecho de aprender y una educación de calidad.