Las tecnologías avanzan a un paso desmedido y llegaron para quedarse. La pandemia por COVID 19 le ha abierto las puertas y ventanas de nuestros hogares y de nuestras instituciones educativas a algunas de ellas
Reconocemos que las tecnologías son una gran herramienta. Estos últimos años nos han impulsado y obligado a utilizarlas, investigarlas, capacitarnos y hundirnos en ellas.
Nos permiten acceder fácil y rápidamente a la información, comunicarnos más allá de las distancias que nos separen o el confinamiento al cual nos vimos obligados para cuidarnos y cuidar a los que queremos durante estos últimos años. Hasta incluso realizar las compras de insumos varios.
Por mucho que las tecnologías parecieran incluirnos, al mismo tiempo nos generan exclusión. Aquí debemos considerar que pasa con esa parte de la sociedad que por rango etario no logran ir al ritmo de ellas, o aquellos que pertenecen a sectores sociales más vulnerables y no cuentan con los medios económicos para acceder a las mismas.
Esto lo vimos reflejado cuando la educación de nuestros niños, niñas y adolescentes se vio inmersa en continuar de manera remota. ¿Todos podían conectarse y acceder a las clases virtuales con sus docentes? ¿Qué pasaba con aquellos que en sus hogares tenían varios niños, niñas o adolescentes que debían conectarse de manera simultánea? ¿Qué ocurría con aquellos adultos que al mismo tiempo debían realizar sus trabajos de manera remota? ¿Quiénes acompañaban y supervisaban las conexiones de los menores? ¿Qué sucedió con los docentes que apenas conocían de conexiones, redes, apps y programas varios? ¿Qué sucedió cuando volvimos a las escuelas de manera presencial? ¿Qué paso con los/ as niños/as que quedaron sobreexpuestos a los dispositivos tecnológicos? ¿Cuáles son las consecuencias en la salud y el desarrollo cuando existe sobreexposición? ¿Qué sucede con la privacidad de docentes y niños/as? ¿Qué sucede cuando no hay un acompañamiento responsable en el uso de estos dispositivos? ¿Cuántos niños, niñas y adolescentes quedaron sobreexpuestos al uso de internet exponiéndose a cyberbulling y grooming?
Si bien existen varios programas y facilidades (Conectar Igualdad, Plan Sarmiento, facilidades Anses, etcétera) impulsadas desde los gobiernos para evitar esta exclusión, siguen siendo insuficientes. Los dispositivos robóticos y digitales que también se hacen presentes en los atelieres digitales que las escuelas recibieron, no son suficientes en cantidad, entre algunas de las dificultades que se hacen notorias en las instituciones educativas para aprovechar estos equipos y dispositivos tecnológicos al querer incorporarlos en sus clases. Pero aquí también tenemos un problema entre los gobiernos que se hace presente, durante muchos años el crecimiento tecnológico que debía llegar a escuelas, docentes y alumnos se vio estancado. Por diversos motivos no se continuó con las entregas de tablets y notebooks, así como tampoco materiales tecnológicos para las escuelas.
Existen escuelas que no tienen conexión a internet, por lo que muchos programas y aplicaciones no son posibles de utilizar. Pero además las cuestiones edilicias quedaron desfazadas y generan una gran deuda con la educación y las personas involucradas en ella. Entonces, más allá de la falta de dispositivos tecnológicos y robóticos que nos permitan la inclusión de los y las estudiantes en el mundo de las tecnologías, generando nuevas e innovadoras estrategias de aprendizajes, aún hay muchos otros temas para resolver.
Hay tantas cosas que aún nos tocan reflexionar, analizar, pulir y aprender para poder incluirlas de manera responsable, consciente y asertiva en las aulas, que tomamos dimensión de todo el camino que aún nos queda por andar.
En Argentina existe la ley 27078, Ley Argentina Digital, que tiene como objeto el acceso de toda la población a los servicios de información y las comunicaciones en condiciones sociales y geográficas equitativas, con los más altos parámetros de calidad.
Ahora bien, ¿Qué sucede con el nivel inicial respecto a este tema?
Teniendo en cuenta que la población del nivel inicial tiene una edad aproximada de entre 45 días y 5 años, querer incluirlos en el ámbito de las tecnologías y los dispositivos tecnológicos y robóticos genera a su vez varias contraindicaciones.
En esas edades se encuentran conociendo el mundo y las relaciones con los otros. La información sensorial es crucial, deben de explorar y experimentar con los objetos y con otras personas para ir armando sus hipótesis, sus investigaciones, sus experiencias, para poder gestionar sus emociones, etcétera.
Los niños/as aprenden de la interacción con las personas y los objetos, todas aquellas actividades que permiten el desarrollo de las funciones ejecutivas, y que ayudan a desarrollar virtudes y cualidades.
Hasta los 5/6 años deben aprender a integrar y desarrollar sus sentidos. Las pantallas no les permiten esto, incluso destacados pediatras, pedagogos/as y psiquiatras en el mundo, sugieren que los niños menores de dos años no estén expuestos a las pantallas en ningún momento, porque además de generarles esta pérdida de experiencias, pueden tener consecuencias en el desarrollo de su visión e incluso generarle una gran adicción al uso de estas. Teniendo incluso consecuencias en sus modos de reacción y socialización.
Debemos tomar conciencia de que aún se siguen presentando nuevos estudios sobre la consecuencia de las tecnologías en el cerebro y las relaciones en niños, niñas y adolescentes. Por ello, no tenemos una real dimensión de lo que sucede con las infancias y las tecnologías a nivel de salud y desarrollo.
Entonces, si bien utilizarlas de modo responsable y controlado no estaría contraindicado, sabemos que generan consecuencias. El mal uso de estas trae grandes e irreparables resultados en como los niños desarrollan sus sentidos, sus relaciones, sus emociones, sus cualidades, sus tolerancias y frustraciones.
Las pantallas generan relajación y distracción, nos ponen en modo pasivo. Entonces los niños que quedan expuestos de manera irresponsable no logran después gestionar su aburrimiento y frustración. Tienden a tener reacciones más impulsivas y desmedidas.
Las asociaciones pediátricas señalan varias contras del uso de estas pantallas: menor atención, menor posibilidad de relacionarse con el otro, disminución en el vocabulario, impulsividad, entre otros.
Hoy el mundo se encuentra sumergido en las tecnologías y los dispositivos tecnológicos, y su consecuencia es la pérdida de lo vincular. Las tecnologías dentro de las instituciones educativas hoy nos restan justamente eso, el poder generar vínculos con las familias, con los/as alumnos/as. Desde la inscripción online y los informes virtuales, mucho de las implementaciones tecnológicas está haciéndonos perder lo más importante y significativo de la educación en el nivel inicial.
Los conectamos a la tecnología, pero los desconectamos de la realidad. Los dejamos vulnerables a una vida y un mundo para el cual no estarán preparados.
Ya nuestra sociedad vive las consecuencias de la falta de desarrollo de las emociones, cualidades, relaciones. Seguir inmersos en el mundo tecnológico y ahondar a nuestras infancias en él, traerá grandes consecuencias a nivel social.
Ningún estudio apoya la introducción de las tecnologías en la infancia. Por lo cual debiéramos de llamarnos a la reflexión acerca de ellas en la vida de los niños y las niñas.
Debiéramos de reflexionar sobre el lugar que están ocupando los dispositivos tecnológicos en la vida de todas las personas, ya que los adultos no dejamos de ser modelos para nuestras infancias, que aprenden de nuestro accionar. Por lo que un adulto que está hundido en los dispositivos tecnológicos, generará por consiguiente y por ejemplo, un niño/a expuesto a las pantallas desde temprana edad también.
Y tal como se ha señalado, aún no sabemos las reales consecuencias que genera la tecnología en los niños y las niñas que pertenecen al nivel inicial.
Silvia Escalante Nelson
DNI 32197416
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