La movilización en torno a la promoción de derechos de las diversidades y la defensa profunda de los sentidos implicados en la llamada «cuestión de género» encuentra correlato en las redes sociales, como una forma más de arenga entre las posiciones en pugna. La ampliación en el alcance de la comunicación a través de manifestaciones que, originales o no, son compartidas, afirmadas, detractadas, difundidas y discutidas constantemente, van marcando una agenda que se nutre en el propio proceso de interacción en la extensa gama de posibilidades que la virtualidad ofrece a través de la web. Entre frases propias o ajenas, memes, ironías, fotos, videos, relatos, caricaturas y toda la variedad de formas que el uso creativo de las herramientas de las nuevas tecnologías de la información y comunicación proponen, se inauguran polémicas, se difunden noticias en tiempo real (aun por parte de quienes las protagonizan o son testigos directos de ellas) ofreciendo un acceso constante a novedades, desde las más triviales a las más significativas, y en las que intervienen personas conocidas o extrañas. REDES SOCIALES participación ciudadana y perspectiva de género en la Educación Este recorte (del recorte) de la realidad al que se puede acceder a través de las pantallas de múltiples dispositivos conectados a internet y de uso restringido a la individualidad de quien la porta, muchas veces invita a reflexionar por una apelación directa a un interés o preocupación determinada. Puede hasta instar a marcar posición ante situaciones diversas, o manifestar un gusto particular por una escena alegre o a publicar una selfie. En este sentido, reúne una variedad de usuarios con experiencias diversas en un entramado ficticio en el que figuran muchos aspectos de sus trayectorias personales y grupales, de los roles asumidos en sus vidas cotidianas, de sus biografías. Este fenómeno parece invitarnos a transgredir la linealidad característica de los medios masivos de comunicación y la lógica implícita en el consumo de noticias, entre una abundancia ilimitada de datos que se jerarquizan cuantitativamente a través de pulgares arriba, caritas alegres o enojadas y hasta corazones colorados. Campañas como #NiUnaMenos puede ser entendida como ejemplo por su enorme adhesión en las redes sociales, por Lucas Adrián Osardo 4 principalmente en Facebook, abriendo un espacio interesante a las argumentaciones. Desde posiciones más progresistas a las más reaccionarias se han abierto amplios debates y propuesto la necesidad de revisar muchos aspectos de los sentidos comunes difundidos, ocultos tras lo que parecía en un inicio una reivindicación sin matices. De esta manera la polémica iniciada tras la masificación de la campaña en las redes sociales permitió la construcción compartida de su contenido y la identificación de las disidencias entre distintos grupos, entre distintas personas con demandas alternativas que emulaban una reivindicación cuestionando en muchos casos su legitimidad de origen, lo que incitaba a su vez a producciones más sutiles y elaboradas. Vale aclarar que hacemos referencia a los esfuerzos sinceros puestos en juego por personas interesadas en plantear opinión, dado que es posible fácilmente percatarse de la proliferación de insultos y agresiones en un espacio cuyas pautas de interacción social suelen tomarse bastas licencias en comparación con la situación cara a cara o, en tal caso, ha construido formas alternativas de relacionamiento reguladas al estilo «Gran Hermano» por algo o alguien que, interesado en lo que piensas, todo lo ve y todo lo oye, y donde además las categorías modernas de tiempo y espacio se diluyen.

Podemos entender al progresivo avance en la explicitación de la lucha contra una sociedad patriarcal el eje de la discordia, la fuente de la amenaza y el germen de la reacción. Las implicancias que comporta la violencia contra las mujeres (más allá de su expresión física concreta e innegable), logró profundizar la visibilización de muchas otras formas en que la coacción de lo femenino se expresa culturalmente, cuestionando la visión binaria del sexo-género oculta en su carácter opresivo. Durante este verano resulta interesante atender el movimiento surgido en torno a la acción de un grupo de mujeres, cuya acción trascendió a través de las redes sociales generando una movilización de opiniones y de acciones políticas (alcanzando entidad de problema social), cuya significación encuentra diferencias aparentemente antagónicas y exacerbadas. El #Tetazo, como manifestación polí- tica de la reivindicación de género, tuvo el puntapié inicial al provocar reacciones diversas en los usuarios de las redes sociales, compartiendo los videos que captaron la escena en la que algunas mujeres eran instadas por efectivos policiales a cubrir su torso descubierto en una playa de la ciudad balnearia de Necochea, en la Provincia de Buenos Aires. Con manifestaciones a favor y en contra, la difusión del evento cobró relevancia nacional al promover una revisión acerca de los sentidos dados a la igualdad de género sintetizado en la figura del «pezón». Este evento puntual y la controversia que inició, motivó la realización de varias manifestaciones a lo largo del país, estimulando la profundización de una praxis en favor de la equidad. Abandonar la perspectiva biológica para explicar los fenómenos sociales es un camino necesario de transitar si buscamos entender el origen de la desigualdad, y esta es parte de una lucha sin descanso que cada grupo oprimido viene dando a lo largo de la historia de la humanidad, y a través de distintas herramientas en cada tiempo. La edificación de una historia propia, la posibilidad de hablar a viva voz sin ser hablados por otros, es el componente fundamental de la educación que promovemos como docentes comprometidos con la educación. Las redes sociales, en su aluvión de declaraciones reales y falsas, inundadas de promociones y de consumos, se ha constituido como una herramienta útil para sostener una coacción silenciosa, disfrazada. Los lenguajes usuales para captar la atención de sus usuarios permanecen cargados de ideas cerradas y amarillistas, contundentes y escandalosas, ávidas de «lectores» ágiles, distraídos. Puede también ser una herramienta para la discusión, para la difusión de demandas, reclamos e ideas, un recurso para contrastar fuentes de noticias y de opiniones, formar grupos de interés, promover acciones coordinadas. Sus lenguajes no son sutiles y demandan revisiones constantes y atentas, entrenadas. Como docentes, es necesario incentivar a nuestros estudiantes a reconocer 6 sus particularidades, sus usos posibles, sus potencialidades para aprovechar su capacidad como una herramienta en el ejercicio de la ciudadanía, sin llegar nunca a agotarla. Puede constituirse conscientemente en otra manera de alzar la voz y debatir sobre aquellas formas difundidas del sentido común que tiende a promover que algo cambie para que nada lo haga. Mediante la realización de filmaciones, en algunos casos a modo de experimentos sociales realizados por grupos de youtuber, se registraron las reacciones de las y los transeúntes en el espacio público ante dos chicos o dos chicas besándose. Otros a modo de denuncia registraron de manera espontánea situaciones discriminatorias surgidas en distintos medios de transporte público ante eventos similares. Estas parecen ser algunas demostraciones de las alternativas que han tenido lugar en los últimos tiempos donde el empoderamiento de grupos subordinados encuentra herramientas efectivas a través de la apropiación de formas de expresión con gran alcance, permitiendo sumar voluntades y transformar la experiencia negativa y violenta en una oportunidad de auto afirmación. Capacidad para transformar el evento aislado y anecdótico en una reclamación política concreta. En esta clave, el matrimonio igualitario, la identidad de género y todos los aspectos novedosos recientemente incorporados a la legislación vigente tienden a legitimar en el marco del derecho a grupos antes negados y reprimidos, evidenciando en ese movimiento la distancia existente entre el hecho y la norma. Cuando para muchos otros grupos las reacciones sociales son retardatarias de las regulaciones vigentes la discusión sobre el arraigo cultural suele tener un tinte moralizante, fundado en los valores tradicionales amenazados. La lucha contra la desvalorización y amedrentamiento de la diversidad puede ser profundizada a través de las redes sociales gracias a que la acción política ha logrado trascender la vía discursiva y sumado voluntades que lograron consolidar una discusión exitosa con la hegemonía. Estas, como muchas otras situaciones, representan alternativas valiosas para en un sentido sociológico, estimular el espíritu crítico a través del análisis de los comportamientos sociales que se despliegan en un escenario que tiene lugar al alcance de la mano. La pantalla, así vista, representa una ventana útil al proceso de enseñanza y aprendizaje. Permite facilitar el recorrido por muchos desafíos significativos para la vida cotidiana de niñas, niños, jóvenes y adultos de este tiempo, nuestro tiempo.