Francisco José Cervilla
DNI 21496594
Área Curricular/ Maestro de Ed. Musical

Quienes hemos trabajado en la ense- ñanza de la Educación Musical en el Nivel Inicial y en la Escuela Primaria, sabemos que es posible, desde la mú- sica, establecer un punto de encuentro que nos permita trascender las diferencias, a fin de lograr, desde la inclusión, una importante contribución en la construcción de la identidad. El concepto de género no es otra cosa que una serie de conceptos que la sociedad realiza sobre qué corresponde y qué no según la diferencia entre los sexos. Según este criterio, hay acciones que son propiamente masculinas y femeninas, bien diferenciadas. El género en sí, no define la identidad, pero el desarrollo adecuado de hombres y mujeres depende de la forma en la que su espacio de pertenencia respete o no el ejercicio pleno de sus derechos, dando lugar a un modo de pensar en el que se reconozca por igual a todas las personas. El Diseño Curricular vigente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, documento base de nuestra labor docente, considera a la música un lenguaje expresivo y objeto cultural que el alumno tiene que apropiarse, y sostiene que es la escuela la encargada de evitar que el aprendizaje musical se convierta en un saber descontextualizado de la realidad. En este escenario, debemos saber que las expresiones artísticas han sido, a lo largo de los tiempos, reflejo de las sociedades que las creaban por lo que no es difícil encontrar estereotipos de género bien marcados. Basta con observar a las canciones tradicionales, transmitidas en un principio en forma oral, de generación a generación, y trasladadas luego a la ense- ñanza en la Educación Inicial, en el que la señorita que protagoniza la canción tiene que saber «coser, bordar y abrir la puerta para ir a jugar». Otro ejemplo bien claro lo marca el análisis de las coreografías de las diferentes danzas pertenecientes al folclore argentino. Si uno observa el gato, la chacarera o el escondido puede encontrar roles de género bien definidos: el hombre «persigue» a la mujer que se «escapa». A través del zapateo, el hombre busca impresionar a la mujer que «coquetea» con el zarandeo de su pollera. En la zamba, la posesión del hombre hacia la mujer se muestra a través del pañuelo alrededor del cuello. 11 Todo esto, sin mencionar el rol de la industria musical en la sociedad de consumo, en la cual los artistas que se promocionan son «productos» que manifiestan conductas claramente estereotipadas según su género. Esta política de difusión trae como consecuencia que quienes son sus fans, a fuerza de imitar a sus ídolos, desempeñen un papel claramente sexista. Si uno toma a una de las diez canciones más escuchadas en las radios de Argentina, podrá apreciar la realización del cantante y compositor colombiano Juan Luis Londoño Arias, más conocido como Maluma, en la que se afirma: «Tú pasas, te miro / Te miro y te ves muy bien. / Eres la más sexy, lo sabes. / Dame ese cuerpito de una vez. / Vamos a divertirnos que esta noche es pa’ pasarla bien.» Ahora bien, es aquí donde cobra vital importancia la concientización del material a utilizar si la meta institucional es generar un entramado que pueda construir un concepto real de igualdad entre los hombres y las mujeres. Pero, con la elección del material que se utiliza en Educación Musical no alcanza. La música incluye, es cierto, pero además se precisa una mirada integral en la cual todos los involucrados en la comunidad educativa generemos proyectos interdisciplinarios para poder priorizar la igualdad de género en la planificación de la educación.