La realidad  supera  a  la ficción, ni  Bradbury[1] mirando con crítica poesía a la humanidad en sus famosas Crónicas Marcianas, anticipo este futuro de pantallas y máscaras que nos cuidan y desafían a aprender a enseñar de otra manera, a estar presente desde la ausencia del aula.

¿Qué debe enseñar la escuela en estos tiempos? ¿Qué debemos aprender de este contexto? ¿Cuáles son las reflexiones necesarias acerca de las intervenciones pedagógicas que permitan la escuela, más allá del sitio físico que habitualmente nos convoca?

Llevaba días abocada a este desafío. Con la inseguridad que surge de lo nuevo, de lo desconocido, cuando una alumna desde el “zoom” , en uno de nuestros primeros encuentros me interpela acerca de las semillas de jacaranda que me trajo en los primeros días de clase y plantamos, ella me hablaba desde lo cotidiano y me dice alegremente “la mía ya es una plantita que crece en la maceta y va a dar flores azul-celeste como las de la canción” dice una de mis alumnas de 4º grado, entonces me doy cuenta que los niños se aferran a lo concreto, cuando el afuera constituye una amenaza hostil y desconocida, con intuitiva sabiduría se afirman en lo real, es entonces cuando reflexiono acerca de la necesidad de abordar esta etapa de enseñanza desde lo concreto y cotidiano, en estos tiempos en que las aulas habitan en  el hogar y la familia.

¿Cómo acompañar este proceso de construcción de aprendizajes autónomos?

Estamos frente a un nuevo escenario que plantea  múltiples desafíos, el mundo no es el mismo y tal vez no vuelva a serlo,  esta situación inédita exige  un cambio de perspectiva, impulsa a repensar la educación. Esta reflexión me lleva a mis lecturas adolescentes, al germen de mi vocación pedagógica, cuando a mis manos llego un viejo volumen de Nuestra Natacha[2], donde la protagonista se propone reformar el sistema educativo en un hogar, a partir del aprendizaje de la vida cotidiana, donde  los contenidos curriculares asumen el rigor de la práctica en la España pre-franquista, es entonces, que miro la planta de mi alumna y decido adaptar las tareas correspondientes a los contenidos curriculares, a la experiencia cotidiana, en Ciencias Naturales propongo entonces observar y dibujar las plantas, describirlas y conocer sus partes, verlas crecer desde la semilla, trabajar con mezclas se transforma en hacer un bizcochuelo y la proporcionalidad directa en ver qué cantidades usan  los adultos en la cocina.

Docentes y alumnos, no siempre tenemos las  herramientas  necesarias  tantos en cuestiones de infraestructura, pero si en cuestiones  simbólicas, para hacer frente a los  retos educacionales que de cara a este año lectivo distinto y desafiante.

Desde mi experiencia, propongo enseñar y aprender desde la práctica, repensar la educación como generadora de un mundo distinto, más libre y solidario, que contenga en este momento de gran dificultad el germen de una educación transformadora de la sociedad, tal como sostiene Freire, considero que la educación es transformadora de la sociedad y que repensar la educación es repensar la sociedad y adaptarse a esta nueva forma de enseñar y aprender de modo que el saldo final sea esperanzador.

“Es necesario que la educación esté-en sus contenidos, programas y en sus métodos, adaptada al fin que se persigue: permitir al hombre y a la mujer llegar a ser sujeto, construirse como persona, transformar al mundo, establecer relaciones de reciprocidad, hacer la cultura y la historia (…) una educación que libere, que no adapte o domestique” (Freire, 2009).

A partir de una perspectiva cotidiana organice mis clases desde la praxis, entonces, todos mis alumnos comenzaron a estudiar el contenido curricular de ciencias naturales y matemática desde actividades, que subimos a Facebook, basadas en la observación del mundo que los rodea, y allí están nuestras plantitas de jacaranda creciendo en pequeñas macetas, latas y frasquitos en cada una de las casas, esas plantitas constituyen nuestro objeto de estudio, el diseño curricular tenía como tema  las plantas y la fotosíntesis, los niños observan cómo crecen, como se inclina al sol y toman un registro mediante notas, articulando con Practicas del lenguaje y utilizando tablas con medida de altura de la planta, articulando con matemática, y a partir de este eje simbólico trabajar juntos aunque estemos separados.

¿Y entonces?… entonces todos estamos aprendiendo, ellos desde su casa Ciencias Naturales y los docentes desde las aulas vacías, aprendemos a acompañar a los niños desde los ojos de la infancia.

Es esta esta, una problemática que no sólo abarca al sistema educativo de nuestro país sino del mundo,  ya que el coronavirus está afectando la educación de más 1.500 millones de alumnos y alumnas a nivel mundial,  según las últimas cifras del 31 de marzo de 2020, 185 países han cerrado escuelas y universidades de todo su territorio, afectando al 89,4 % de la población estudiantil del planeta, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)[3], que monitoriza constantemente el impacto del coronavirus en la educación[4].

En nuestro país, donde existen grandes brechas sociales, la respuesta a esta realidad que nos interpela es la solidaridad, la pandemia nos iguala, compartimos los mismos temores y esperanzas, nos cuidamos nosotros y al otro.

La esperanza es mirar a futuro y la esperanza que simbólicamente contagio mi racionalidad adulta fue la frase de mi alumna, que siembra futuro: “Seño, te imaginas…vamos a llenar el barrio de las flores azul celeste de nuestros jacaranda”.

Dentro de la incertidumbre de este presente signado por el coronavirus, la educación propone futuro y así desde su mirada lo perciben los niños, que necesitan de la rutina de las clases, virtuales o mediante cuadernillos para sentir seguridad y estructurar sus días.

Debemos desarrollar nuevas competencias como la creatividad y la flexibilidad, dando lugar a las iniciativas de los alumnos para poder desarrollar de  la mejor manera posible  las actividades escolares,  sin descuidar la calidad  de  los contenidos pero trabajando fundamentalmente desde la comunicación, fluida y dinámica, que permita una retroalimentación y construcción de aprendizajes mutuos, el de los chicos en sus casas y el de los docentes desafiados por los nuevos modos y tecnologías.

Un factor fundamental que no debe dejarse de lado es la relación alumno-docente, característica de la situación comunicacional que se propone dentro aula física que ahora en el mejor de los casos es virtual, y que ahora debe repensarse es el   feedback, ya que estamos ante el surgimiento de un nuevo y dinámico vínculo facilitador de la construcción de aprendizajes. Esta relación, ahora   totalmente mediatizada  demanda la utilización de medios alternativos  de consultas e interacción tan nueva para los niños como para los maestros, pero fundamentales para la consolidación de una relación efectiva que habilite los medios necesarios para  transmitir y adquirir nuevos saberes, en este punto es enorme el esfuerzo y aporte de las familias para que podamos seguir aprendiendo aún fuera de las aulas.

El mundo cambio, nuestra vida y la forma de abordarlo desde la escuela, de adaptarnos  a este  nuevo escenario es el desafío, que nos interpela y nos lleva a enseñar desde otra perspectiva, se trata de una crisis y toda crisis es una oportunidad, de indagar e indagarnos para aprender a educar.

“Mientras enseño continúo buscando, indagando. Enseño porque busco, porque indagué, porque indago y me indagó. Investigo para comprobar, comprobando intervengo, interviniendo educo y me educo. Investigo para conocer lo que aún no conozco y comunicar o anunciar la novedad.” (Freire, 2009)

La  puesta en juego de  la creatividad y el compromiso por parte de los educadores  para  adaptar  y reestructurar los  contenidos curriculares, planificados para la dinámica áulica y que deben ser repensados para las clases virtuales, donde hay acceso a internet o mediante cuadernillos de trabajo en aquellos lugares donde no se cuenta con este servicio, es la tarea que nos convoca y problematiza nuestro hacer docente. Sin embargo de esta dificultad, de esta crisis puede emerger una nueva forma de enseñar y aprender, y desde mi experiencia, volviendo a la anécdota que origino esta reflexión, en tiempos de incertidumbre, intervenir desde lo cotidiano en la educación, a partir de las inquietudes de los niños, adquiere  importancia relevante, como la planta que crece de una semilla y como Casona pone en las palabras de Natacha, y que me acompaña desde mi más profunda convicción y vocación docente:

“No se trata aquí de sueños, ni de fórmulas universales…educar es un hecho feliz…todo lo humilde, todo lo pequeño que usted quiera. Pero una flor vale más que una lección de botánica”. (Casona, 1943)

Bibliografía:

Casona, A. (1943). Nuestra Natacha. Buenos Aires: Losada.

educaweb. (2020). Obtenido de https://www.educaweb.com/noticia/2020/04/01/propuestas-unesco-garantizar-educacion-online-pandemia-19132/

Freire, P. (2009). Educación como práctica de la libertad. Madrid: SIGLO XXI.

[1] Ray Bradbury (Waukegan, 22 de agosto de 1920-Los Ángeles, 5 de junio de 2012)​​ fue un escritor estadounidense de misterio del género fantástico, terror y ciencia ficción. Principalmente conocido por su obra Crónicas marcianas (1950)​ y la novela Fahrenheit 451 (1953).

[2] Nuestra Natacha es una obra de teatro de Alejandro Casona en tres actos, estrenada el 13 de noviembre en el año de 1935 en Barcelona.

[3] UNESCO: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, abreviado internacionalmente como Unesco, ​ es un organismo especializado de las Naciones Unidas

https://es.unesco.org/

[4] La UNESCO hace énfasis en la importancia de crear vínculos entre las escuelas, padres, docentes y alumnos durante el confinamiento para darse apoyo socioemocional, en virtud de esto propone crear  comunidades virtuales para garantizar las interacciones sociales regulares, favorecer las medidas de protección social y responder a los problemas psicosociales a la que los alumnos y alumnas pueden verse confrontados en situaciones de aislamiento (Propuestas de la UNESCO para garantizar la educación online durante la pandemia, 2020)

Bruzzoni Gabriela Viviana

DNI 21908630

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