Lucas Osardo

El trabajo docente presenta características que la diferencian de otras actividades profesionales y muchas que comparte, definiendo un escenario complejo de desarrollo personal y laboral en una relación íntima que resulta difícil disociar.

El ejercicio del rol docente nunca es estático al estar signado por la necesidad de una actualización constante que posibilite representar las dinámicas de cada territorio. Para el ejercicio de su labor debe dar cuenta de los distintos procesos de transformación que tienen lugar en los ámbitos sociales y comunitarios en que se desarrolla su tarea, pero también de cada grupo y de cada individualidad al interior del aula. A nivel macro, el clima de un momento histórico determinado imprime diferentes posibilidades de abordaje de la cultura y el conocimiento, planteando limitantes y estimulando nuevas oportunidades para la enseñanza y el aprendizaje. A nivel micro, las particularidades individuales, muy ligadas a las trayectorias personales de los estudiantes y sus familias, plantean interrogantes, estimula la creatividad y sobre todo, compromete a buscar las mejores estrategias para alcanzar los objetivos como educadores.

La realidad de las escuelas de hoy – la de los estudiantes y sus familias – y todo el escenario en que se desarrolla la vida cotidiana, presenta transformaciones aceleradas que demandan una atención particular y que requieren el desarrollo de una perspectiva de análisis capaz de entender y re-apropiarse de los códigos que rigen las conductas y las expectativas compartidas en los tiempos que corren. La presencia de nuevos sujetos con una multiplicidad de identidades, redefine los vínculos y las relaciones al interior del ámbito educativo. Las procedencias, las trayectorias, las elecciones, las diferencias y las similitudes definen escenarios de inclusión y exclusión que demarcan historias personales y grupales que transitan las aulas todos los días. Las escuelas de todo el país, pero en particular de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, son espacios privilegiados donde el potencial creador de la heterogeneidad puede presentarse como una potencialidad o como un obstáculo.

En este sentido, la actualización docente no solo puede partir de los centros de formación y capacitación especializados, sino que más bien, debe constituirse afianzando el vínculo, el diálogo y la reflexión entre colegas.

Los artículos compilados en la presente revista tienen por finalidad compartir y difundir experiencias vinculadas al tratamiento de la diversidad en el ámbito escolar, muchas corresponden a metas por cumplir, otras a situaciones que más que respuestas generan preguntas que deberán afrontar quienes apuestan por un camino de cambios en el sistema educativo, que nunca es individual sino siempre compartido.

La lectura de los diferentes trabajos de los y las docentes que han participado de la presente edición nos permite seguir repensando el hecho educativo, a la escuela como institución y al rol que los distintos actores tienen – o deberían tener – para garantizar no solo la inclusión educativa, sino también para lograr reconstruir a la escuela como un espacio feliz y liberador.

La vigencia acerca de las discusiones en torno a la jerarquización del rol docente no puede permanecer ajena a los desafíos que, día tras día, deben afrontar los profesionales de la educación para garantizar una verdadera calidad educativa.